viernes, 19 de septiembre de 2008

MIERCOLES 26


A primera hora de la mañana nos dirigimos a la Escuela de Discapacitados del 27 de febrero. Se iba a celebrar un homenaje a José Félix García Calleja, antiguo Director General de Asuntos Europeos y Cooperación para el Desarrollo del Gobierno de Cantabria, recientemente fallecido en un trágico accidente.

El homenaje, aunque sencillo, fue muy emotivo. Estuvo presidido por el Primer Ministro saharaui, Abdelkader Taleb Omar, acompañado por el Ministro de Cooperación, Salek Baba, la Directora del centro, los alcaldes de Valdeolea, Ángel Calderón, de Comillas, Titín Noceda, la concejala de cooperación del Ayto. de Santander, Carmen Martín y la presidenta de Cantabria por el Sáhara, Carmen Pérez; también participó el Director regional de salud pública, Santiago Rodríguez que dio lectura a una carta de la vicepresidenta del Gobierno de Cantabria, Lola Gorostiaga.

A partir de ahora la Escuela, a cuya construcción contribuyó decisivamente el homenajeado, llevará su nombre. Acabado el acto, nos dispusimos a iniciar el desplazamiento más largo de nuestra estancia en los campamentos. Aquel día tocaba girar visita a la wilaya de Dajla, la mas alejada de todas, -un viaje de unos 160 Km. de paisajes, baches, polvo y anécdotas-.

Al acercarse la hora de comer, nos desviamos de la carretera para comer bajo la sombra de una talja. Tras el ágape, continuamos nuestro camino y pasamos por un paisaje lunar.

Cuando llegamos a Dajla fuimos directamente a Protocolo donde quien quiso tubo la oportunidad de ducharse. Allí tuvimos nuestro segundo contratiempo sanitario ya que Rosa fue víctima de una gastroenteritis que, afortunadamente, se resolvió el día siguiente.

Visitamos el mercado de la Wilaya y observamos una, preciosa, puesta de sol. Entonces supimos que había una sorpresa preparada, un grupo de baile y cante de Dajla, de la daira de Um Draiga, nos amenizaría la noche después de disfrutar de unas increíbles dunas de arena muy fina, desde donde más de uno nos tiramos rodando.

Tras la pequeña fiesta nos fuimos a cenar un fantástico cabrito asado con patatas fritas que, Fatimetu y su familia, nos habían preparado. Acabada la cena, la propia Fatimetu nos contó como vivió el éxodo.

Había llegado la hora de dormir. Los más valientes, lo hicieron al aire libre, en una duna. Antes de meterse en el saco, Tagualo, uno de los conductores, les preparó un té y les contó sus recuerdos y vivencias durante el éxodo.

Lamentablemente, aquella noche, -nuestra única noche en Dajla-, el cielo estaba tan cubierto de nubes, que no pudimos disfrutar del espectacular manto de estrellas que, habitualmente, adorna el firmamento nocturno de aquella wilaya.



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